En el mundo del atletismo hay carreras, hay pruebas y hay desafios. En estos últimos la superación y el sufrimiento se dan la mano. Los más valientes buscan el límite, su propio límite y negocian con él un armisticio. Dos de los más valientes de nuestro grupo, Fernando Barroso y José Mora prepararon a conciencia y participaron en un desafio que difícilmente olvidarán:
Salir de Sevilla y recorrer 73 kms, gran parte de ellos por el PN Doñana, para terminar en la aldea de El Rocio, en Almonte.
José nos cuenta de primera mano su crónica de la carrera.
Crónica desde las arenas
La mañana se levantó fresquilla, nada que ver con lo que después se encontrarían nuestros Atletas por los caminos del Trail, desayuno tempranero, 5:30 am, para prepararse y emprender un paseo matinal hasta la Puerta de Jerez, donde se situaba la Salida de ésta nueva edición de la Doñana Trail.
Cerca de 700 atletas se daban cita en la emblemática Plaza que, entre fotos, selfies y videos, inmortalizaban una salida que se dio, de forma neutralizada, a las 8:00 am, para recorrer más de 5 km urbanos, por calles y parques de una Sevilla que ya se encontraba muy animada, tanto en colores como en espectadores. La salida neutralizada se realizó hasta el Puente de Hierro de San Juan de Aznalfarache donde, una vez el pistoletazo de salida, se abrió la carrera al ritmo adecuado de cada uno.
Los Atletas representantes del Club Atlético Punta Umbría, Fernando Barroso y José Mora, comenzaron la carrera al ritmo deseado, y según el planning marcado, pasando los primeros 10 km en menos de una hora.
Una vez en los caminos rurales, entre risas, bromas, comentarios, conversaciones, etc..., con distintos atletas, el calor fue tomando protagonismo y detrás empezaron a dejarse Sevilla, San Juan de Aznalfarache, Tomares, Bormujos, Bollullos de la Mitación y Aznalcazar.
La carrera empezó a picar un poquito para arriba, a partir del km 30, donde se situaba uno de los avituallamientos, un sendero de arena, asentada por las últimas lluvias, que llevaba hasta Villamanrique de la Condesa, localidad por la que no se pudo pasar por obras en las vías públicas, y que se bordeó, situando el siguiente avituallamiento en el km 37,5, junto al Vado del Quema, donde entre sandwichs, fruta, refrescos, etc... se pudo reponer energía para continuar con la otra mitad de la prueba.
Lo más duro fue, según nuestros atletas, el primer tramo de ésta segunda mitad de carrera, que les conducirían por caminos rurales hasta la localidad de Hinojos, Km 51, donde se encontraba otro de los avituallamientos, y parte de nuestra afición, lo que dio ánimos a nuestros atletas para el tramo de Parque Natural.
Ese paraje, caminos de arena que muchas Hermandades del Rocío toman en peregrinación, pertenece al Parque Nacional de Doñana, como marco incomparable de belleza, de fauna y de flora, y durante casi 20 kms fue llevando en volandas a nuestros atletas hasta el mismo Puente del Ajolí, para encarar los últimos 2 kms hasta la misma puerta del Santuario de la Virgen del Rocio.
Los últimos 500 metros, recta llena de emoción, de recuerdos, de sufrimiento, se hacen más con el alma y el corazón que con las piernas, las lágrimas no dejaban ver un Arco de Meta, frente a las Marismas de Doñana, que, de la mano de sus hijos, Fernando Barroso Antero y José Mora Orta, pasaban después de 8 horas y 35 minutos y 9 horas un minuto, respectivamente, y donde quedaron olvidadas por un momento, la calor, la falta de hidratación, las lesiones, las horas, los entrenos …
La reflexión de José Mora
“Tanto entrenamiento da frutos, tanto sacrificio después se ve recompensado, pero hay cosas que no pueden entrenarse y, son esas, por las que mereció la pena correr ésta prueba.
Si me preguntas si volveré a correrla, hoy, te digo que no, dentro de unas semanas, cuando todo esté digerido, podré contestar. Pero por belleza y dureza no será.
Para mí no ha sido ningún reto, más bien una promesa que llevaba muchos años sin cumplir.
Las secuelas pasarán, pero hay emociones que no olvidaré nunca, pero sobre todo la compañía de Fernando, que no solo fue un apoyo durante la carrera, antes también lo había sido, en los entrenos.
Llegar a El Rocío y ver a mis hijos corriendo hacia mi, a mi mujer, a Fernando, a Toñi, su mujer, y a sus hijos, dándome ánimos cuando ya mi rodilla dijo basta, fue ese pequeño aliento que hizo que terminara corriendo.
Gracias al Club Atlético Punta Umbría, al grupo de runners de whatsapp, a todos los que ese día estuvisteis preguntando e interesándose por nosotros, ésta VICTORIA también es vuestra”.
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Jose M. Tarriňo (miércoles, 25 noviembre 2015 12:14)
Gran reto y muy preparado. Otra costa que tachar de la lista. Unas máquinas, sin duda alguna. Espero que el aňos que viene entre yo en la crónica.